CAPÍTULO 11
- Hola Claudia. - qué bien que le hubiese dado su nick de redding, así podrían hablar por internet cada vez que quisieran.
- ¡Hola Fernando!¡Pensé que ya te habías olvidado de mi!
- ¿Cómo iba a olvidarme de ti?...
A ambos le salió una sonrisita cómplice frente a la pantalla del ordenador, aunque el otro no lo estuviera viendo, pero ambos, de alguna manera, lo sabían.
- Hace días que no te veo. - exageró, pues se habían visto el día anterior.
- Es que pasó una cosa que no te he contado. Increíble.
- ¿Qué ha pasado?No sé si puedo asimilar tanta información en dos días.
- ¿Tanta información?
- Nada, nada. ¿Qué es lo que te ha pasado?
- El profesor de ayer me atropelló.
- ¿Alfredo?
- El mismo.
- ¿Y cómo estás?
- Bien, bien, sólo que tengo una pierna escayolada y tengo que estar en casa durante un mes. Así que nada, a aburrirse.
- Puff...Bueno, podía haber sido peor. ¿Y cuándo fue el accidente? - ¿se había tratado realmente de un accidente?Dudó mientras decía aquellas palabras.
- Ayer, cuando salí de tu piso.
- Vaya mala pata, nunca mejor dicho. - ambos rieron. Mejor tomárselo así.
Aquella era la gota que faltaba para colmar el vaso. Aquel profesor no le gustaba nada desde el principio, y ahora, menos.
- Entonces, ¿tienes que estar un mes en cama? - Claudia no quería decirle directamente las ganas que tenía de verlo, así que lo iba a intentar indirectamente.
- Un mes entero. Y, ¿sabes qué?
- Dime.
- Tengo ganas de ti.
A Claudia notó cómo sus mejillas cambiaban de color y se le dibujaba una sonrisa. Menos mal que él no podía verla, si no sentiría aun más vergüenza. Entonces él también tenía ganas de verla, besarla, abrazarla, y todo lo que ella deseaba en aquel momento. Sólo que él se había atrevido a decirlo. Para qué ocultarlo más.
- Yo también tengo muchas ganas de ti.
De repente, se acordó del tema de la beca, la expulsión de Fernando de la universidad, y la invadió un sentimiento de culpabilidad.
- Aunque, la próxima vez que nos veamos quiero contarte algo.
- ¿De qué se trata?
- Mejor lo hablamos en persona, ¿vale?
- Me estás preocupando.
- No, no, no tienes de qué preocuparte. - mintió para dar término a aquel bucle.
- Bueno. Pero, ¿cuándo podremos vernos, entonces?
- ¿No tienes que estar un mes en reposo?
- Sí, pero no podría estar un mes entero sin verte. - aquel chico se la tenía ganada – Había pensado que podrías venir a mi casa.
- Vale, vale, ¿cuándo puedo ir?
- Cuando quieras, no pienso moverme del sitio. - ambos rieron.
Mejor ir a verlo a su casa y pasar un poco de vergüenza que estar un mes entero sin verlo.
- ¿Y tus padres no dirán nada?
- Sí, dirán que vaya amiga más guapa me he echado. - a Claudia volvieron a salirle dos redondeles rosados en sendas mejillas, y su bella sonrisa surcando su cara.
En la habitación contigua, Ana miraba su correo en la pantalla del ordenador. Como siempre, correos basura de publicidad y más publicidad, mezclados con algunos virus, timos, “adelgaza 10 kilos en una semana”, “has ganado 10000 euros”, “tu ip ha sido elegida para este magnífico viaje”. Nada importante. Nada interesante. La noche anterior se lo había contado todo a Claudia. Al fin y al cabo, se había convertido en su amiga, ambas habían sabido ganarse la confianza de la otra y se lo contaban todo, o casi. Ahora sí lo sabían todo la una de la otra, al menos Claudia sí lo sabía todo de ella. Para qué estaba allí, a qué se dedicaba. Después de todo aquel año conviviendo, y lo que había pasado la noche anterior, hicieron que se decidiera a contárselo. Claudia no se lo había tomado mal. Más bien, todo lo contrario, se puso feliz de que tuviese el valor de contárselo. Pero había algo más que ella no sabía. Claudia le había contado algo que lo había cambiado todo. Ahora su objetivo allí había cambiado. Le había dado la vuelta a la tortilla, y su objetivo ahora era otro. En ese momento, un mensaje en la pantalla del ordenador.
- Hola Sarita.
¿Zack? ¿Pero no lo habían pillado la noche anterior? Se había dormido tan tranquila pensando que ya lo tenían, y, sin embargo, allí estaba.
- Hola Zack.
- Te divertiste anoche, ¿no?
- ¿Cómo que si me divertí anoche?
- Se lo que hiciste. Me has estado engañando mucho tiempo, y ahora lo pagarás.
- Tú también me estuviste engañando, a mi y a otras tantas. - No le quedaba más remedio que desvelar su verdadera identidad, aunque, al parecer, él ya lo sabía todo.
- Sólo puedo decirte que tengas cuidado a partir de ahora.
- No te atrevas a amenazarme. - este último mensaje suyo no le llegó, las letras aparecieron en gris apagado. Zack ya había desconectado.
Entonces no sólo aquel tal Zack no era el que se había presentado la noche anterior, si no que además, ahora sabía quién era, y le había amenazado. ¿Qué sería capaz de hacer aquel pervertido? Podía pedir protección a la policía. No, entonces tendría que irse de allí, y no quería dejar a Claudia. Quizás también la conociera a ella. ¿Estaría también su amiga en peligro? Sin ella quererlo, y con la mala actuación que había tenido en aquel caso, había metido a Claudia también en aquel lío. Y todo por no haber pedido ayuda, por no haber pedido que la escoltaran. De todas formas, aquel tal Zack, al parecer, había estado por allí y las había visto. Seguirían en problemas. De pronto, se le ocurrió. Podía pedir ayuda. Alguien que sabía mucho de ordenadores. Alguien que sabía tener en suspense a los mismísimos servicios especiales de la policía en delitos informáticos. Además, ella ya lo sabía todo. Y, quisiera o no, ya estaba metida en el ajo. Le pediría ayuda a su amiga Claudia.
Claudia y Fernando ya se habían despedido y ella se disponía a apagar el ordenador. Miró su bandeja de correo electrónico por última vez. No tendría nada, ya lo había revisado minutos antes, limpiándolo de correos basura. Se equivocaba. Tenía uno. Seguro que era publicidad, pensó Claudia. Se equivocaba. “Hola Clau. Llevo todo este año viendo que te conectas desde mi universidad. Pero no me he atrevido a escribirte antes. Espero que todo te vaya genial. Muchos besitos pequeñaja”. Reaparición del desparecido. ¿Qué querría ahora, después de tanto tiempo sin dar siquiera señales de vida?
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